viernes, 27 de septiembre de 2013

Bajo fotografía de "CONSTANCIA" y seis apartados.

Fotografía de un metal decapado que pone "constancia".

I

Hace unos años hice un viaje del que todavía no he regresado. Empezó como una aventura, de esas en las que coges una mochila y la llenas de ropa, y también algún libro que crees oportuno aunque sabes que tal vez no lo leas, pues en los viajes siempre suelen pasar sorpresas, como creer que al sitio donde viajas te va a saludar un conocido en la calle; aún así siempre hay posibilidades de que pase, de que alguien, quizá un antiguo amigo te de la mano, Hey, qué pasa, te diga, y luego te vayas a beber alguna cerveza con él y después a dar un paseo y a visitar el museo de arte moderno durante veinte minutos y después de comer y cenar juntos, lo que siga sea una fiesta donde los invitados, de diferentes nacionalidades, estén contando chistes de los que no te enteres por no hablar el idioma, pero eso te de igual y al rato de estar ahí, se te acerque una chica y te diga cosas en castellano, y después de unas horas de estar hablando y bebiendo cervezas, te la lleves a la cama, a su cama (¿quién se lleva a quién?) y al día siguiente despiertes con ella y con resaca, luego le prepares el desayuno para hablar del pasado, de qué es lo que te lleva ahí y a ella, preguntas que no respondes, no sabes responder, no tienes las respuestas, quizá sea casualidad, Casualidad de las buenas, te diga, y ahí estés, en su casa, decorada con un peculiar estilo brasileño, estilo de bailarina, claro que es bailarina, con ese cuerpo no puede no serlo, por dios. Entonces te duches, y ella y salgas a dar un paseo, por supuesto, juntos, y te muestre la ciudad, Qué preciosa ciudad, algún día viviré aquí, le digas y ella sonría, siempre has pensado que lo más importante de una mujer es su sonrisa, si no sonríe no te convence y simplemente te alejas, ya no le compras la moto a cualquiera, muchas ya lo han intentado antes y siempre es lo mismo: ese bucle que te lleva de un lado a otro sin masticar chicle, pero esta vez no, es diferente, ahí estás, creyendo que es hermosa y luego pasen cinco días y sigas ahí, juntos, codo a codo y te diga que te quedes y aceptes, qué más da, no tiene importancia dónde, sino con quién, lo tienes claro, lo tuviste claro desde una tarde que casi te mata un tipo que iba discutiendo con su mujer en el coche, era jueves o miércoles, no lo recuerdas, pero recuerdas con quién. ¿O estabas solo?

Es una cosa muy curiosa eso de los recuerdos, siempre tenemos montones de ellos, pero no son tan nítidos o completos, son vagos y con rupturas, hay huecos, un recuerdo viene a ser la nada, fotografías en la imaginación con audio, y audio malo, pero qué sé yo de los recuerdos, y qué sabes tú, nada más que no se sepa en general -ni menos-, lo que sí, es que en los recuerdos normalmente no almaceno el día de algún suceso en concreto, esto es muy personal, muy de: cada quién recuerda como cada quien puede, un ejemplo de los recuerdos son las grandes celebraciones: que te acuerdas de ellas, pero no con claridad del día de la semana que era. Al final, los recuerdos, solamente eso son, y lo importante es que aquí estamos, ahora y no cuando empezó la aventura. Por eso escribo que continúo con el viaje, un viaje que sigue y no se detiene hasta que se acabe lo que conocemos por vida. También por eso creo que es imposible regresar, no hay dónde; estoy convencido de que no se puede, físicamente no cabe el regreso, pues para empezar no puedes regresar si nunca te has ido, y eso ya sería entrar en discusiones de tiempo-espacio en las que no entraremos; la historia es que si siempre has viajado ya no existe un atrás, o aunque exista, pues al final todos hemos tenido un antes, un camino recorrido, del que nos quedan recuerdos, buenos y malos: fotografías con audio en baja definición. Pero esto sigue y allá la posible brasileña que es bailarina y sonriente, y allá el hombre que discutía con su mujer, que en un instante casi me mata, pero los casis no existen, y se agradece la mayor parte de las veces, aunque no dirá lo mismo aquel que "casi se gana la lotería, si no es por el nueve... y por casi nada". 
Lo importante de todo esto, que de importante tiene tanto como se juzgue, será continuar con la idea de continuar. Idea que como concepto es muy fácil de pronunciar, pero que en el momento que se tiene qué realizar ya es cuando cuesta, y bastante, incluso entenderla y conceptualizarla.

Pero como iniciaba el relato, y sin darle más vueltas, el viaje empezó como una aventura, de esas en las que coges una mochila y la llenas de ropa, algún libro que crees oportuno... Salí con mi amigo Bernardo rumbo a DF, nos habían pedido que realizáramos un documental de uno de los ensayos de la compañía de danza contemporánea Vladik Batislaf, cabe decir que nunca había estado en uno de esos ensayos, de hecho creo que solamente había estado en ensayos de una banda de rock que desapareció en el 2001, así que para mí era una nueva experiencia, y cómo se disfruta de lo nuevo, siempre la novedad nos deja con un deseo latente de volver a probar, somos muy humanos en esos aspectos. Bernardo conocía perfectamente a la compañía de danza, pues no era la primera vez que estaba con ellos: el coreógrafo había sido pareja suya años atrás y habían recorrido muchos escenarios juntos, por Bernardo y su relación truncada a causa de quién sabe qué, es por la razón que estábamos involucrados en el viaje que sería el inicio del viaje, o uno de tantos inicios, pues es muy difícil generalizar cuál fue el inicio del viaje, realmente cuál, que si lo pensamos, no sería el nacimiento, sino antes, mucho antes, quizá el viaje empieza en el inicio del todo, del cosmos, pero entrar en estas disyuntivas ya va más allá del entendimiento, por lo que mejor centrar el viaje como el inicio del viaje que represento como la actualidad que vivo. Bernardo y yo en un autobús planificando lo último de los recursos que teníamos para el documental de la compañía de danza, tema sencillo: llegar, preparar luces y cámaras, unas treinta tomas, entrevistas breves y adiós, a editar y entregar el contenido que serviría como "portafolio" para la compañía. Cosa simple sin complicaciones, hasta que llegamos y Bernardo vio a Roberto, el coreógrafo.

II

 Lo que tenía como idea, nunca se llegó a realizar. Los cambios -algunas veces- suelen ser anodinos, incesantes y hasta intrínsecos como cualidad deformada. Bestialidades que emergen de quién sabe donde para llevarnos a la nada. Pasos abruptos que de mal nacer se cortan emergentes como siluetas de carácter perdido; y para carácter perdido el de aquel que ya no cree en su valor, en la esperanza de ser portador de su vida como propiedad, aquel que ha dejado de un lado el viaje para ser no más que un ente que vive por inercia.

III

Más tarde, digamos un año antes de que decidiera empezar con este blog, rescaté del recuerdo, por no decir de las cajas que almaceno de recuerdos, varios cuadernos donde fui anotando -en plan bitácora- lo que sucedió a lo largo de casi diez años. No eran diarios, más bien eran libretas de anotaciones casuales sin continuidad reglamentaria, que al unir las fechas lograban convertir las anotaciones en una, como he dicho antes: bitácora de viaje. 
Tras releer los escritos, pude sacar varias ideas aclarando incluso de lo que creí "inaclarable"; pues de lo que quise dejar constancia, solamente era un minúsculo fragmento de lo que ha sucedido en el lapso de tiempo que ha transcurrido desde la primera página hasta la última. Una suma de minis nadas que me aclaran instantes y remueven fantasmas, momentos que también confunden, viajes, gastos de viajes, algún dibujo, poesía suelta, palabras al azar, parte de un estar. Cosas ad libitum (style, por supuesto).

IV

Luego aquí estoy, ahora y no existe el pasado, y ya es parte de lo que me hace hacer lo que en este mismo instante hago.

V

¿Qué sentido tiene contar historias que ya no son más que un recuerdo dentro de la nada? Alguno tendrá, es humano hacerlo, y hasta que alguien me rebata lo contrario, muy humano soy.

VI


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