miércoles, 9 de abril de 2014

Centro de Estética.

Esta es la situación:

Entras a un Centro de Estética donde tres mujeres te dan la bienvenida sonriendo, están uniformadas con un delantal que en los bolsillos portan tijeras, peines y aspersores. El local es grande con iluminación suficiente para no perder detalle, las paredes frente a las sillas están cubiertas con espejos que calculas pueden ser de más de dos metros por dos metros. Detrás de las sillas están unos dispositivos para lavar el pelo, no sabes cómo se llaman pero te recuerdan a un tipo de bidet más alto y que acopla al cuello. También, en los laterales del local hay estanterías con productos de belleza y muchos libros. Los libros son de ensayos filosóficos, de varios estudios de las artes y del pensamiento. Te sientas y mientras una rubia de tetas operadas y uñas cuidadas muy "a la francesa" te corta el pelo, se engancha a un monólogo sobre la importancia del arte contemporáneo en un marco socio-cultural dotado de pretensiones donde el capital rige su discurso. Tú escuchas con interés aunque desconoces el tema, eres más de música que de artes gráficas. Otra de las mujeres (es morena de pelo alto y con un pendiente brillante en la zona del bigote) se intromete y discute con ella, pues no está de acuerdo, le dice algo así como que su discurso, más que empatar con lo que la evolución histórica ha generado, lo está llevando por un camino de situaciones del desarrollo de la creatividad como teoría, no como concepto y esto se aleja del resultado creativo; mientras lo dice, hace aspavientos con el brazo derecho, mismo que lleva tatuado casi por completo, crees que son flores de loto. Aquí, la tercera mujer deja claro que ninguna de ellas tiene razón, y les grita que se callen, tú estás asombrado, ella dice que están mal, pues la abstracción del tema está siendo tergiversada por los determinantes que pueden ser de carácter anodino al tema, acentúa, luego se gira, y un silencio invade el local. De fondo, notas cómo la música empieza a subir de volumen, es Sebastian Bach en concierto de Brandenburgo, suena tan bien que lo cubre todo, hasta el último de los tijeretazos. Entonces te levantas y pagas, das las gracias y te vas sin entender la conversación, y cuando vas por la acera, percibes que la calle es otra aunque has pasado por ahí miles de veces, y justo ahí, sabes que el Centro de estética ha dado resultado: ahora eres otro, te ha cambiado y decides que funciona y que quieres volver.