sábado, 20 de julio de 2013

Ruido, silecio, ruido, silencio.

Ahora es una casa de campo, mañana a saber dónde, con quién o cómo. Y mira que somos máquinas de amasar futuros, de siempre estar pensando en qué hacer y cuándo. Seres planificantes, rara vez pensantes. Luego nos vemos influenciados por todo lo externo: climas, ciudades, sitios, momentos —ahí estamos, esto es así—; incluso por sensaciones que todo esto nos deja, que son no otra cosa que los estímulos que nos hacen funcionar. Ahora mismo estoy rodeado de árboles y pájaros que cantan tan fuerte, que me hacen pensar en una ciudad con tráfico y gente: ruidos al final. Todo es ruido. Ruido. Con matices, pero ruido. Puto ruido. Oye, que tampoco es que tenga algo en contra del ruido, si hay veces que hasta es hermoso, tampoco quiero predicar una iluminación del no-ruido, de hecho me contradigo: hermoso ruido. Sin él, el silencio pleno sería capaz de matarte, dejaría que tus pensamientos te aplastaran, tanto como te puede aplastar el ruido.

Mucho bla, bla, bla y poca chicha.

Lo que pasa es que muchas veces los argumentos no llegan a serlo y se quedan en palabrerías huecas, en sonidillos, en musiquillas tontas, en hablar bajito y con mucho disimulo. Lo que pasa es que siempre se busca de dónde agarrarse y cuando ése algo no está, es cuando flaquea el rumbo. Me refiero a que se buscan aliados, ya sea en libros (normalmente de muertos, gente muerta, gente de la historia y a veces de la histeria), en colegas (gente viva aunque algunas veces no lo parezca) o incluso en recursos, como pueden ser las artes, los deportes, los blablablás muy fuertes. Esto es así: seres buscantes de algos, inconformes que pisamos las calles y entramos a bares y saludamos con sonrisas superpuestas. Luego sí, querer exponerse..., hablar de ruido, hablar de la mente, hablar por hablar..., soltar alguna mamarrachada, algún insulto gratificante, alguna obsoleta o trillada anotación de antaño... Hermosas basuras que hacen sentir el interior lleno, aunque sea una pantomima.

Una vez más ruido, y si lo piensas bien, muchísimo ruido, incluso visual, puto ruido visual por todos lados, y ¿qué me dices de los ruidos sentimentales? Ufff, ruidismos, de hecho ya puedes estudiar el tema, para ello la ruidología aborda su discurso con amplio enfoque academicista: la ruídlica. Pero no es de mi incumbencia dejar el tema al descubierto, porque entre más escribo de esto, me doy cuenta de que más ruido hago y ya apesto. Solamente piénsalo, piensa en el ruido y quizá, descubras que el silencio también es parte de todo esto.

Fotografía de cartel de casa ocupa en Valencia.