jueves, 10 de octubre de 2013

Siempre más.

Fotografía desenfocada.

Siempre más, me dijo, y tenía razón, era lo que quería, "siempre más", y cuando lo dijo su tono ya era de cansancio, de astío, era un tono que anunciaba que habría más, que diría más, pero no lo dijo y encajó la mirada en la carta, en las bebidas, mientras yo me ponía con el teléfono a buscar algo, o nada, luego hice una llamada, no recuerdo bien a quién ni de qué hablé, pero recuerdo que hice la llamada mientras ella buscaba entre líneas en la carta algo para beber, y la múscia de fondo era suave, pero no lo suficientemente suave como para no notarla, pero no era estorbosa, era suave pero no un estorbo, ni estridente ni demasiado suave, era agradable, pero lo agradable que pudiera ser no influía en nosotros que no estabamos ni suaves ni agradables, ella decía "siempre más" cuando se refería a mí y a que siempre quería más, a mi insatisfacción, a que no me parecía nada correcto y yo nada, hacía como que no me enteraba y me ponía con el teléfono y luego ella se sumía en sus pensamientos o en la búsqueda de algo para beber, o en nada, y yo la miraba y no sabía qué hacíamos ahí, mientras la música era suave, no estridente, pero sí suave y no me estorbaba, me era indiferente, pero lo que vivíamos ya no podía ser indiferente, más bien estorbaba, y sí, quería más, "siempre más", pero no de ella ni de alguien, solo quería más de todo, de la música y de los sitios y de la comida y del lugar, no era una queja pero quería más y ella no entendía y se quedaba con mi insatisfacción, pero no estaba insatisfecho y ella no podía verlo, solo veía que quería más, "siempre más", dijo y nada, ahí estábamos sin saber qué hacíamos y la música suave no estridente y las bebidas que aún no pedíamos y la llamada que yo hacía, misma que no recuerdo, y ella con su astío y cansancio, pero no dijo más, se quedó con las palabras "siempre más" y luego nada, pidió una bebida que no recuerdo y yo otra y luego nuestro silencio y la música que no era suave ni estridente, pero que no estorbaba, como lo nuestro que sí y que sin saberlo nos consumía, pero ahí estabamos y ella sin aceptarlo también quería más, "siempre más", como decía, y así era, "siempre más", como todos queremos, como cualquiera, "siempre más", no como queja, pero sí un "siempre más" que al final es eso.