AAF panorámico. |
Cuando Miguel despertó, ya no tenía piernas, estaba tumbado en una cama metálica con sábanas sucias que aún conservaban sangre, su sangre. No sentía dolor, pero tenía miedo, aquella habitación no era para nada acogedora y en ella había un punto terrorífico, y no solamente un punto, todo, en ella, causaba terror: la sangre en las sábanas, en el suelo; él sin piernas, a su derecha una mesilla metálica en la que estaba apoyada la sierra ensangrentada que quizá amputara sus piernas mientras dormía, la bombilla centelleante... La habitación solamente tiene una puerta de acceso y una ventana con barrotes oxidados, más que un hospital, parece una celda con baldosas blancas en las paredes.
Ahora le falta aire, Miguel siente que se sofoca, cada vez respira más rápido, su corazón parece que se colapsa, los pasos que escucha, cada vez están más cerca. Entonces sufre un infarto, su corazón se revienta dentro de él. Miguel muere sin saber cómo llegó ahí, ni qué será de su cuerpo mutilado.
No entiendo varias cosas del texto, y se lo dije, a lo que me contestó que no todo tiene por qué ser entendido, luego me hizo escuchar este tema:El tiempo se detiene, de su pierna izquierda un hilo de sangre se vierte en el suelo. Todo está en silencio, su cuerpo yace sin aliento, la puerta se abre lentamente...
"¿Lo notas tío?" "El qué", le contesté. "No hay el qué, pero no me negarás que lo notas". "Pues sí, noto algo", dije. "Ves, no todo tienes por qué entenderlo, hay cosas que se saben porque se sienten", me dijo sonriendo.
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