domingo, 8 de diciembre de 2013

Fragmentos de lecturas de lo absurdo.

Fotografía a pantalla de ordenador (vídeo: "plantas marinas" [phycos]).

 El título de este post es una frase con la que algunas personas entraron esta semana al blog. Es absurdo. Absurdo que alguien entre buscando lo absurdo aquí, donde no está, donde ni por asomo jamás existiría. Esto es un blog decente. Lo que también es absurdo, es el hecho de que me ponga a buscar por qué alguien buscó esa frase y desde dónde, ¿qué pasará por tu mente, pequeño navegante?, ¿desde cuándo éstas dudas te abrigan? Recuerda que caer en temas dentro del absurdismo, e intentar abordarlo, ya en sí es absurdo y podría convertirte en un absurdista, ése loop que trae consigo samplers evocando de manera extravagante a la nada.

No digo más.

Una mañana fresca como la de hoy, fui a comprar un cable de teléfono porque el que tenía estaba estropeado. En el ascensor de la finca donde vivo había un cartel que ponía algo así como "se te ha caído esto, cerdo" y una flecha que apuntaba hacia abajo, donde había pegado con celo, vellos púbicos o algo que identifiqué como tal. ¡Qué puto asco, colega! Y esto, este acto de tomarse el tiempo para la creatividad de poner un cartel con físico ejemplificando su discurso, en sí, lo considero absurdo, poco higiénico y de mal gusto en toda su realización. Lo absurdo, señores. Salgo del ascensor y cuando llego a la frutería, recuerdo que en realidad no quiero fruta ni verdura, busco un cable, así que antes de corregir el paso rumbo a la ferretería, aprovecho el descuido y compro limones para la tos, nada absurdo, solamente tos.

La ferretería es una mar de objetos que en su mayoría desconozco, esto me hace pensar en los trabajadores de las ferreterías y el archivo mental de piezas y piezas y partes de quiensabequés para quiensabecuántos. Una maravilla, y entonces caigo en cuenta de que todos estamos con la misma historia, en la misma frecuencia: tenemos una información en la cabeza de objetos y de historias que cae en lo absurdo, así es, absurdo almacenar tanta mierda en el archivo del pensamiento.

—Buenos días caballero —me dice el que atiende en la ferretería, lo que me hace gracia: "de caballero tengo poco", pensé—. ¿Puedo atenderle?
—Pues sí, no sé cómo, pero de la manera más absurda, rompí el cable del teléfono y quiero algo que sirva para lo mismo.
—Vale, déjeme ver... Sí, aquí tengo algo parecido.

Pago, me entrega el cable y salgo. Fuera está lloviendo. Una tormenta inexplicable. Paro un taxi. El taxista, tras preguntarme la dirección y contestarle que voy al mar, reacciona con una mirada extrañada, como diciendo: "¿qué no ves que está lloviendo, imbécil?", pero no dice nada y conduce. Yo miro por la ventanilla.
Llegamos a la playa, pago, bajo y corro hacia el mar. Me doy cuenta que he olvidado el cable y los limones en el taxi. No me detengo. La lluvia entonces se me antoja suave y cálida, el agua del mar, reconfortante.

Y ahí estoy, nadando en el mar, entonces me propongo llegar a la boya aún con la ropa y zapatos puestos. Imposible, el peso de todo lo que llevo encima me está hundiendo. Así que me sumerjo y bajo el agua empiezo a quitarme los zapatos, salgo a respirar y aprovecho para también quitarme la chaqueta. Mucho mejor.

Al final llegué a la boya prácticamente sin ropa y cansado, una vez estuve ahí, me di cuenta de lo absurdo que estaba comportándome, era imposible que fuera yo, ese tipo de cosas no las hago, sería absurdo, y sin embargo, ahí estaba, bajo la lluvia, dentro del mar, cogido de una boya, casi desnudo y pensando en lo absurdo.

Ahora que lo escribo ya empiezo a notar lo absurdo como elocuencia, como dictaminando las letras, como organizando los pensamientos, y no era eso lo que pretendía. Recuerdo que después de salir del mar y verme casi desnudo, me dió un ataque de pánico que luego se convirtió en vergüenza y que luego se transformó en inquietud, ¿cómo volvería a casa? Tras varios intentos, un taxi se compadeció de mí y llevo de vuelta a mi piso, donde me tuve que enfrentar al problema de las llaves... Pero mi suerte es grande y mi chica ya estaba dentro, así que lo único que tuve que hacer fue tocar el timbre y luego explicar mi estupidez, aquella de volver casi desnudo, sin llaves y contarle lo del mar y lo absurdo..., que entre más lo hablaba más absurdo lo veía. Pero ella me conoce y sabe que me gusta eso de los experimentos y no me echa broncas. Eso sí, han pasado un par de semanas y aún arrastro una tos impresionante, y el teléfono sigue sin cable. ¿Absurdo? No, que va.

Y eso, 
aquí no encontrarás 
"Fragmentos de lecturas de lo absurdo", esto es un blog decente.

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