domingo, 24 de marzo de 2013

Gente y los que dejan de ser gente.

Fotografía retocada de señalización en carretera.

El texto era el siguiente:

"No sé tanto sobre la gente. Nadie sabe nada sobre la gente. Todos creemos saberlo todo sobre la gente. La gente es nada, es gente. La gente no sabe nada de la gente. Lo que sabe la gente de la gente es nada. Nada es la gente. La gente es nada. Nada de gente."

Cerré el libro para seguir sin saber nada de la gente ni de nada y porque se me hacía tarde para ir a beber cervezas y hablar con gente, quizá de gente.

Fuera llovía. Lo malo de la lluvia es que siempre hace pensar en que sería mejor no salir y quedarse lejos de la gente. La mayoría de gente piensa igual. ¿Será que en el fondo no nos gusta la gente?
Salí con un paraguas. Pedí un taxi. 
La gente necesita desahogarse, y el taxista se desahogó conmigo como si se lo estuviera rogando. Me habló mal de gente que quería que él quisiera a gente o no sé qué cosas que me estaban confundiendo, pero era algo así como que la gente le estaba torciendo el brazo para que quisiera más a la gente. Yo estaba mareado de escuchar cosas de gente y cosas de gente y más gente que habla de gente con historias de gente. Pensé incluso que la gente daba asco. Asco de gente. Luego me bajé del taxi y el taxista dejó de ser gente, no sé cómo lo hizo pero el muy cabrón ahí estaba y ya no era gente. 

Había dejado de llover y la calle se llenaba de gente, así que apuré el paso para evitar gente y que la gente no tuviera la necesidad de evitarme, como gente. Al final de la calle estaba el bar, evidentemente lleno de gente. Entré. Ahí había mucha gente, que tampoco entiendo cómo, pero que algunos ya no eran gente ni nada y quizá lo interesante es que ni ellos ni yo lo entendíamos. En fin, para no perder las posturas ni las costumbres (muy de gente), nos pusimos a hablar de gente. Mal de gente teníamos entonces y nos emborrachamos y la gente dejó de ser gente y nos reímos y hasta cantamos temas de gente. Cerró el bar y nosotros volvimos a casa, cada uno a la suya y con su gente. En mi casa no había gente y de pronto me dí cuenta de que yo era gente y no había más y así amanecería y pasarían los días y los meses y la gente.

Definitivamente sé poco de la gente, pensé, y al cerrar los ojos, gente. Y al dormir, gente. Y aun así, sé tan poco de la gente que siempre será y dejará de ser gente. Como tú, que eres gente y luego no y luego sí y luego no y luego sí. Como yo, gente y no y sí y no y sí.

Volví al libro y seguía ahí con sus temas de gente que involucra gente que escribe gente, así que decidí dejarlo a un lado y nada, fue entonces cuando me dieron ganas de ver gente, o a los que ya no son gente.

No hay comentarios: