sábado, 1 de septiembre de 2012

La vida es dura.


Hace un par de semanas le contaba una anécdota a Elías Taño, una de esas que pasan un día cualquiera, qué risas. Luego Elías tuvo a bien ilustrarlo como es debido.
Es algo impresionante, pero tan cierto que pasa muy a menudo: gente que decide, sin más, sentarse en la entrada de un supermercado y pedir dinero. No es que hayan perdido la esperanza, simplemente se han dado cuenta de que mantenerse sentados pidiendo unas monedas, es una manera de aspirar a más que trabajando en otras cuestiones. Qué cosas. Hablando con un tipo de categoría "sentado fuera de supermercado", me decía que era duro, ¿te imaginas estar ahí tantas horas que la espalda comience a doler? También me decía que no debías ponerte en pie, pues la gente tenía que verte por debajo de ellos para sentir lástima y apaciguar sus sentimientos dando dinero. En fin, en palabras me entregó la receta que lo hace subsistir hasta que la espalda no lo mate. Como bien dice mi abuelo: "que cada quien haga de su vida un papalote".

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